Las personas que van a regresar a sus casas tras este devastador incendio se enfrentan a la desolación de su entorno natural. Necesitamos una estrategia local y coordinada en red con el resto del territorio en la que se establezcan planes de restauración de fuentes y acuíferos, así como modelos de bosques sostenibles, y no desiertos verdes inflamables. Deberían apoyarse las iniciativas privadas de emprendimiento en zonas rurales que tengan un impacto real sobre el territorio a nivel ecosistema, incidiendo en las ayudas a empleo joven y a emprendedores. Necesitamos una formación profesional verdaderamente vinculada al territorio, hecha en lo local y para lo local, para que nuestros jóvenes no tengan que salir de su comarca a formarse, y encuentren oportunidades para quedarse a desarrollar su profesión en el medio.

Todas las decisiones políticas públicas sobre el territorio y especialmente en materia de medio ambiente han de concretarse según las necesidades reales. Estamos con el mismo modelo de gestión de hace 60 años, y el clima ha cambiado. Exigimos la prohibición inmediata y firme de quemas de restos agrícolas y forestales. A cambio se han de ofrecer soluciones accesibles como la adquisición de maquinaria (biotrituradoras) y formación en compostaje. En los pueblos necesitamos acceso ciudadano a trituradoras públicas, tanto a nivel agrícola (cooperativas) como a nivel particular (propietarios de casas, casetas, campos, pequeños propietarios). Se ha de favorecer la ganadería extensiva como medida de prevención de incendios en áreas de alto valor natural, frente a una ganadería industrializada. No queremos un mundo rural de macroplantas energéticas, bosques quemados, macrogranjas, fuentes secas y acuíferos contaminados. Hace falta una generación de nuevos agricultores y ganaderos, un medio rural realmente vivo, no pobladores trabajando solamente en el sector servicios, sino produciendo en el sector primario vinculados al territorio. Y para ello hacen falta políticas públicas que favorezcan el consumo de los productos locales agroecológicos. Leyes que obliguen a mercados y supermercados a ofrecer productos locales a precios no desorbitados, para que producir medio rural vivo sea rentable.

Cuesta muchísimo más extinguir un incendio que prevenirlo, económica y emocionalmente hablando. La estacionalidad y precariedad que viven nuestras brigadas es inadmisible. Se han de mantener sus contratos todo el año, no solo en época estival, así como dotarles de más medios y formación. También se ha de capacitar y permitir a la población local intervenir en la gestión del monte próximo, con la entresaca de pinos controlada, gestión de caminos, pastoreo y oficios tradicionales. Un monte que ha estado abandonado los últimos 40 o 50 años es un polvorín. Vivimos en un medio natural tan descuidado que solo con tirarle el aliento a nuestro bosque mediterráneo prende, en el estado en el que nos lo encontramos hoy en día.